Entrevistas

Entrevista con Judit Ruiz Lázaro

La palabra latina examen (examen, -inis) significaba ‘enjambre’. También significaba ‘fiel de la balanza’ y, a partir de esta segunda acepción, pasó a significar ‘pesar, medir el peso de algo’ y, por extensión, ‘medir’. Las matemáticas y la física nos permiten medir casi todo lo que nos rodea. Y, no me confundan, algo muy dentro de mí hace que me sienta extremadamente atraído por la constelación formada por todas esas mediciones y las gráficas comparativas que nacen de ellas. Me siento atraído por esas mediciones casi casi tanto como por todas aquellas cosas de la vida que, de momento, no podemos medir: la imaginación, el cariño, la responsabilidad.

Desde que nacemos, no dejamos de adquirir habilidades y no paramos de acumular conocimientos. Todas esas habilidades y todos esos conocimientos nos ayudan a sobrevivir como individuos y a convivir como especie. Entre las habilidades que aprendemos la mayoría de los seres humanos, algunas de las más interesantes son sonreír y hablar; algunas de las más emocionantes son andar, nadar, ir en bici, conducir, mentir…

En mi opinión, sería ideal que hubiera un exquisito equilibrio entre la enseñanza de habilidades y conocimientos. Sin embargo, los sistemas educativos que nos rodean se empecinan en concentrar casi todos sus esfuerzos en la enseñanza de conocimientos. Creo que una de las razones es el hecho de que, aparentemente, es más cómodo evaluar los conocimientos que las habilidades. Un ser humano sabe ir en bici o no sabe ir en bici. Evaluar los matices sería complicado. Sin embargo, cuando evaluamos el conocimiento de las capitales de Europa, todo parece más sencillo: en una clase, tendremos unos seres humanos que saben cuatro capitales correctamente, otros seres humanos saben diez y otros, veinte. Y todo eso podremos saberlo a través de un sencillo examen.

Sin embargo, todos aquellos que tradicionalmente han pensado que poner un examen sobre los conocimientos de sus alumnos era una tarea sencilla, desde hace unos cuantos años se han topado con los grandes avances que ha experimentado la pedagogía. La pedagogía, que, como todos sabemos, estudia la educación, se ocupa, entre otras cosas, de la evaluación de los alumnos. Una de sus tareas es estudiar los exámenes. Para que un examen sea válido, debe tener una serie de características: por ejemplo, un examen de tercero de primaria deberá tener preguntas y esperar respuestas propias de tercero y no de sexto de primaria; un examen deberá tener una duración adecuada para que los estudiantes tengan tiempo de acabarlo; un examen deberá ser lo suficientemente objetivo y justo para todos los estudiantes…

En un momento de su vida, a la protagonista de esta entrevista le llamó la atención el enjambre (sí, enjambre; lo siento, no he podido evitarlo) de estudiantes que, cada año, cuando acaba el bachillerato, se enfrenta al examen de ingreso a la universidad. La nota que saquen en ese examen (en la actualidad se llama EvAU) determinará gran parte del resto de sus vidas. A la protagonista de esta historia, Judit Ruiz Lázaro, le llamó tanto la atención este examen que decidió que estas pruebas selectivas fueran el centro de estudio de su tesis doctoral. Publicó en un artículo parte de sus investigaciones científicas y, el año pasado, ese artículo permitió que Judit fuera galardonada con el VIII premio internacional José Manuel Esteve (Universidad de Málaga), que promueve el reconocimiento de la labor docente e investigadora en el campo de la pedagogía.

Pinteña de nacimiento, se mudó a Valdemoro cuando tenía cuatro años. Estudió primaria en la escuela Pedro López de Lerena de la localidad y, más tarde, secundaria y bachillerato, en el IES Avalón. A punto de defender su tesis doctoral, Judit Ruiz Lázaro propone que, ya que tenemos una prueba de acceso a la universidad, debemos esforzarnos para que esa prueba sea objetiva y, puesto que la nota final servirá para estudiar en cualquier universidad española, las pruebas de todas las comunidades autónomas deberían ser lo suficientemente homogéneas para permitir que todos los estudiantes que se presentan compitieran en igualdad de condiciones.

¿Eras buena estudiante en el colegio?

Era buena estudiante y sacaba buenas notas. Pero en bachillerato me relajé. No saqué tan buenas notas. Nadie nunca me dijo la importancia que tenía sacar buenas notas en primero y segundo de bachillerato. Todos lo sabemos, pero creo que a todos nos vendría bien que alguien hiciera hincapié, que alguien nos dijera que no nos relajemos, que debemos estudiar más que nunca en bachillerato. Yo siempre he querido ser maestra y, como me relajé durante bachillerato, mi nota no me daba para poder estudiar Magisterio en la Comunidad de Madrid. Tenía dos opciones: estudiar otra carrera o irme a otro sitio a estudiarla. Eso significaba salir de la Comunidad de Madrid y alejarme de mi gente y de mi familia. Estuve valorando las diferentes universidades cercanas a la Comunidad de Madrid donde sí me diera la nota y elegí la Universidad de Castilla-La Mancha, en Ciudad Real. Allí estudié durante cuatro años Educación Primaria, con la especialidad de Pedagogía Terapéutica. Tuve la suerte de poder hacer las prácticas de la carrera en Valdemoro, en la escuela primaria en la que yo había estudiado. Tengo una hermana pequeña que acaba de entrar en la universidad y, cuando estaba en cuarto de la ESO, fui yo la que me encargué de repetirle, una y otra vez, lo importante que es no relajarse durante los dos años de bachillerato. Si no, no podrás estudiar lo que quieres. Y ahí estuve, repitiéndoselo un día tras otro. Afortunadamente, me escuchó y mi hermana Rebecca está estudiando lo que quería en la Comunidad de Madrid.

Durante la carrera, te fuiste de Erasmus a Finlandia.

Cuando vi la posibilidad de cursar un Erasmus, me pareció una idea estupenda. Me puse a valorar los sitios donde podíamos ir. Cuando vi Finlandia, pensé que podría matar dos pájaros de un tiro: por un lado, el sistema educativo finlandés tiene la reputación de ser el mejor del mundo; por otro lado, allí podría mejorar el inglés. Me pareció el destino perfecto. Estuve cuatro meses en la University of Eastern Finland, en su sede de Joensuu, en el este del país. Mi trabajo de fin de grado hacía una comparación entre el sistema educativo español y el finlandés, pero no puedo decir que fuera a Finlandia propiamente a investigar. Allí fui a la universidad y cursé algunas asignaturas. La asignatura que más me aportó fue una que consistía en ir a un centro educativo. Una vez entrabas en la escuela de primaria, todo era diferente. Los niños se quitaban los zapatos. En cada clase había un piano. Siempre había dos profesores: el oficial y el ayudante. Los profesores daban cuarenta y cinco minutos de clase y, acto seguido, había siempre diez-quince minutos de descanso. Los niños se ponían los zapatos y la ropa de abrigo y salían a jugar a la nieve. No había que llamarlos. Volvían a su hora y, en cuanto terminaba el descanso, estaban listos y en silencio para la siguiente clase. Creo que todo esto se debe a la cultura. No te puedes llegar a imaginar el respeto que tienen hacia el profesor. En el aula, se fomenta un interés increíble. No es casualidad el que siempre trabajen por proyectos. Si en Ciencias, están viendo los animales vertebrados, en Plástica, tienen que hacer un animal vertebrado con plastilina o con cartulinas. Todo está conectado. Se van a clase de Música y, ese día, aprenden a cantar una canción sobre los animales vertebrados. Las clases de Música merecen mención aparte. Van al aula de Música y no tiene cada uno su flauta, como aquí en España. No. El aula está llena de diferentes instrumentos musicales y cada uno coge el instrumento que le llama la atención. La música allí es fundamental. Desde los siete años, elaboran con herramientas sus propios joyeros, tienen clase de costura y se hacen sus gorros y sus bufandas. Hay una conexión tremenda entre el currículo y el mundo real.

¿Cómo decide alguien dedicarse a la investigación en el campo de la pedagogía?

Terminé el trabajo de fin de grado y tenía un año para prepararme las oposiciones de maestra. Lo primero que hice fue mirar el baremo de puntuaciones para las oposiciones. Allí vi que, si tenía un máster, obtenía un punto extra. Así que decidí cursar un máster a la vez que estudiaba para las oposiciones. Analicé todas las posibilidades y me llamó la atención un máster sobre investigación educativa que ofrecían en la Complutense. La idea era no dedicarle mucho tiempo al máster y concentrarme, sobre todo, en las oposiciones. Empecé a ir a un preparador de oposiciones y duré poco más de un mes. Por alguna razón, así soy yo, no podía conformarme con sacar un 5 en el máster. Así que me empleé a fondo en el máster y, para cuando lo acabé, me quedaba un mes para estudiar para las oposiciones. El examen no me salió mal del todo. No obtuve plaza, pero conseguí entrar en la lista de interinos. Además, había disfrutado tanto mientras realizaba el trabajo de fin de máster que me animé a continuar esa vía comenzando los estudios de doctorado. Durante el primer año, no me llamaron de la bolsa de interinos, así que pude dedicarme de pleno al doctorado.

¿Cómo surgió la idea de trabajar sobre las pruebas de acceso a la universidad?

Yo estaba metida dentro de un grupo de investigación sobre la evaluación. Dio la casualidad de que mi mejor profesor en la Universidad de Ciudad Real era de Lengua. Siempre he tenido contacto con él y, en una de nuestras conversaciones, me propuso la idea de estudiar la parte de Lengua de las pruebas de acceso a la universidad. Él fue el culpable.

El trabajo de fin de máster te sirvió para ganar el premio internacional de pedagogía que organiza la Universidad de Málaga.

Mi directora de tesis, Coral González Barberá, y yo decidimos publicar un artículo con el fruto de nuestras investigaciones en la revista de pedagogía Bordón. Cuando estaba en México, me enteré del premio internacional José Manuel Esteve y el artículo que habíamos publicado cumplía los requisitos para poder participar en la convocatoria. Le pedí a mi padre que imprimiera cinco copias y las enviara a la dirección que ponía en las bases del concurso. En noviembre de 2018, estaba sustituyendo a una compañera en la universidad cuando recibí un correo electrónico que me daba la enhorabuena por el premio. No me lo podía creer. El título del artículo es Análisis de la prueba de Lengua castellana y Literatura que da acceso a la universidad: Comparación entre las comunidades autónomas y puede descargarse libremente en internet. El premio me dio esa motivación extra para seguir investigando y, en verdad, creo que es necesario para que la sociedad tome decisiones importantes sobre este tema. Cada año, cuando llega el momento de la EvAU, se reanima el debate. Dentro de ese pacto que se debería hacer, ya, por la educación, el tema de las pruebas de acceso a la universidad lo tienen que contemplar. Normalmente, todos esos artículos que se van publicando en estas revistas especializadas quedan siempre muy lejos de los centros escolares. Nosotros, durante la carrera, ni siquiera conocíamos la existencia de este tipo de publicaciones. Y hay muchos artículos que informan sobre estudios científicos de pedagogía sobre distintas metodologías de la enseñanza que funcionan mejor que otras y, sin embargo, esa información rara vez llega a los maestros de las escuelas. No debería ser así. A mí me gustaría que mis trabajos, mis investigaciones sirvan para algo. Que lleguen a alguien. Ojalá mi artículo llegara a las personas adecuadas para que se creara un proceso de acceso a la universidad más objetivo y más equilibrado a nivel nacional, para que no genere agravios comparativos entre estudiantes de diferentes comunidades autónomas.

¿Qué tal fue tu estancia en México?

Yo ya estaba haciendo el doctorado. En 2018, estuve tres meses en el Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo de la Universidad Autónoma de Baja California, en la ciudad de Ensenada. En México no hay una prueba nacional de acceso a la universidad. Hay instituciones, más o menos subvencionadas, que se encargan de elaborar pruebas para acceder a la universidad. Estos centros establecen vínculos con algunas universidades y, si alguien en México quiere ir a una universidad, debe hacer el examen de acceso con la institución vinculada a la universidad deseada. Fui un poco a enterarme cómo funcionaba su sistema. En el instituto en el que estuve en Ensenada elaboran una de estas pruebas y el año pasado presentaron la patente de la misma. Colaboré en la aplicación de esa prueba con estudiantes de Mexicali, Tijuana y Ensenada. Son exámenes bastante serios, con respuestas cerradas de elección múltiple, siguiendo las pautas que marca la psicometría. Los psicómetras, que son los especialistas en el diseño de las pruebas, forman a los profesores de una materia para que elaboren las preguntas bajo la supervisión de los primeros. La estancia se me hizo muy corta.

Y acabas de volver de Los Ángeles.

Sí. También he estado tres meses. He ido a ver cómo funcionaba allí la prueba de acceso. Me ha sorprendido que allí no se plantean una prueba a nivel estatal o nacional como tenemos en España. Normalmente, los candidatos deben hacer una prueba, SAT (Scholastic Aptitude Test), con frecuencia online. Cada universidad elige a sus candidatos a partir de la solicitud que reciben de los mismos. Analizan los resultados del examen,  su expediente académico y le dan muchísima importancia a otros méritos del currículum del estudiante. No realizan un listado de todos los solicitantes ordenado por notas, como podemos hacer aquí. Allí depende de cada administrativo. Es tan diferente en unos países y en otros. Y como, al final, la cultura también es diferente, no es fácil importar esas ideas.

Hablemos de un futuro cercano. ¿Cómo mejorarías la educación en nuestras escuelas públicas para los niños de la próxima década?

Me interesa mucho todo el tema de la inclusión. El problema del bullying. Creo que cuando eres pequeño no eres consciente de todo el daño que le puedes estar causando a otra persona. Y todo eso se está trabajando mucho en las escuelas. A mí me gustaría que mis hijos ni lo sufrieran ni lo ejercieran. Me gustaría que todos los maestros estuvieran capacitados para abordar todos esos temas. Los maestros de hoy en día no han sido preparados en la universidad para estarlo. En la universidad no nos enseñan a afrontarlo. Nos enseñan los conceptos, pero no a combatir ese tipo de situaciones. Los profesores de universidad, a no ser que sean asociados, generalmente nunca han estado en un centro escolar. No están muy cerca de la realidad. Para mí, eso es un problema. Y tengo la sensación de que nadie me escucha cuando lo digo. Hoy en día, está la figura del profesor universitario asociado. Son maestros que trabajan en un centro de primaria o secundaria y, por las tardes, dan alguna clase en la universidad a lo largo de la semana y traen su experiencia educativa a las aulas. Me gustaría que los maestros y profesores que enseñen a mis hijos tengan una formación cercana a la realidad del aula y de las necesidades de la sociedad. Me gustaría que esos maestros tuvieran imaginación y supieran despertar la imaginación de mis hijos.

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Ah, la imaginación. Todavía no hay un examen válido para medirla. Pero me da la sensación de que, si alguien es capaz de crear una prueba objetiva, válida y universal para medir la imaginación de los aspirantes a maestros, ese alguien será Judit Ruiz Lázaro, la protagonista de esta entrevista.

Artículos · Bilingual Education

La educación bilingüe en Valdemoro

Los españoles miramos con envidia a los países del norte de Europa debido a la facilidad que muestran con las lenguas extranjeras. En el mundo global y competitivo en el que nos ha tocado vivir, hablar varios idiomas y dominar el inglés permite a los habitantes de Holanda, Dinamarca y Suecia (por poner algunos ejemplos) comenzar en una posición aventajada a la hora de conseguir un trabajo bien remunerado. Es por eso que, como sociedad, los españoles llevamos varias décadas haciendo grandes esfuerzos para aprender el idioma de Shakespeare. Hablar bien inglés se ha convertido en un requisito imprescindible a la hora de presentarse a muchísimas entrevistas de trabajo. Las Escuelas Oficiales de Idiomas y las numerosas academias de inglés que han ido abriendo en cada barrio de nuestras ciudades se han ocupado de la enseñanza de los idiomas extranjeros.

Muchos treintañeros y un gran número de españoles entrados en los cuarenta se han dado cuenta de un par de verdades bastante descorazonadoras: la primera es que, a pesar de lo que prometían en su momento muchos métodos innovadores, una lengua extranjera no se aprende en quince días. Tampoco en tres meses. Si alguien quiere aprender un idioma extranjero le debe dedicar un buen número de años. Normalmente, tantos años como para aprender a tocar bien un instrumento de música. La segunda desilusión que se han llevado muchos españoles es que no solo hay que estudiar inglés durante muchos años, sino que hay que estudiarlo siguiendo la metodología correcta. El inglés comenzó a sustituir al francés de forma generalizada en todas las escuelas públicas españolas a comienzos de los años ochenta. Toda esa generación de españoles ha estudiado inglés durante toda su vida y, desgraciadamente, debido a la metodología utilizada, no han aprendido inglés. Cada curso que empezaban, los estudiantes repetían, una y otra vez, el verbo to be, un montón de gramática y largas listas de palabras descontextualizadas.

No hay milagros

Queda claro, entonces, que el aprendizaje de un idioma lleva tiempo. Si queremos aprender bien una lengua, debemos estudiarla durante muchos años y, durante ese tiempo, debemos estar expuestos a esa lengua durante varias horas diarias de una forma natural (así adquirimos nuestra propia lengua madre). Un niño de cinco años todavía no ha recibido una instrucción lingüística formal y, sin embargo, ya ha adquirido una buena parte de su primera lengua. Lo ha hecho estando expuesto a esa lengua a través de juegos, canciones y de experiencias vitales en ese idioma. Un niño de cinco años ha adquirido gran parte de su primera lengua practicándola un día tras otro y recibiendo conocimientos en ese idioma. Esa es, también, la mejor forma de adquirir una segunda lengua.

¿Cómo podríamos conseguir, entonces, que las nuevas generaciones crezcan bilingües? Deberemos establecer un sistema de enseñanza en el que los estudiantes estén expuestos a una segunda lengua durante un buen número de horas al día a lo largo de todos sus años escolares. ¿Cuántas horas al día? El modelo 90-10 de inmersión dual, que ha obtenido los mejores resultados, propone que, en primero de primaria, los estudiantes reciban el 90% de las clases en inglés y el 10% en español; en segundo de primaria, el 80% en inglés y el 20% en español; en tercero, 70% en inglés y 30% en español; en cuarto, 60% en inglés y 40% en español; por último, a partir de quinto de primaria y hasta terminar bachillerato, 50% en cada idioma. Obviamente, para llevar a cabo este modelo, los maestros necesitan una alta preparación y la misma motivación que un niño en la puerta del parque Warner. A veces, la comunidad todavía no está preparada para el 90-10 y se opta por un  modelo 50-50, en el que los estudiantes reciben el 50% de la instrucción en cada uno de los idiomas. Aunque el requisito que exige la Comunidad de Madrid para que una escuela sea bilingüe es que ofrezcan, al menos el 30% de la instrucción en inglés, en la práctica, la mayoría de los centros bilingües ofrecen un modelo cercano al 50-50.

La oferta bilingüe en Valdemoro

En el curso académico 2004-2005, la Comunidad de Madrid comenzó el Programa de Educación Bilingüe. Dos escuelas públicas de Valdemoro se apuntaron enseguida al programa como centros bilingües: el CEIP (Colegio de Educación Infantil y Primaria) Doña Leonor del Álamo y el CEIP Nuestra Señora del Rosario. En 2014, el CEIP Diego Muñoz Torrero se convirtió, también, en un colegio bilingüe y este junio se gradúa la primera promoción de esta escuela. Valdemoro cuenta, también, con un instituto bilingüe de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato: el IES Neil Armstrong. Dentro de la educación pública, la localidad cuenta con diez escuelas de primaria y cinco institutos. Esto supone que un 30% de las escuelas públicas de primaria y un 20% de los institutos públicos pertenecen al Programa de Educación Bilingüe. Según los datos ofrecidos por la Comunidad de Madrid en su página web, durante el curso 2017-18, el 46% de las escuelas públicas de primaria y el 51% de los institutos públicos de la Comunidad pertenecían al Programa de Educación Bilingüe.

Además de estos centros, varias escuelas concertadas de nuestro municipio ofrecen programas de enriquecimiento bilingüe. Las presentamos aquí brevemente en el orden en el que recibimos la información que les solicitamos. El colegio Valle del Miro ofrece el programa bilingüe Jolly Phonics desde educación infantil y durante el inicio de primaria. En educación primaria, el colegio Valle del Miro forma parte, también, de la red de centros bilingües de la Comunidad de Madrid. Eso supone cuatro horas semanales de lengua inglesa y cuatro horas de ciencias sociales y naturales a la semana en inglés. Durante la ESO, tienen un programa bicultural que amplía el número semanal de horas en inglés y los contenidos culturales. Desde hace diez años, tienen, además, un programa de intercambio con institutos alemanes. En bachillerato, ofrecen un programa dual que permite obtener el título de bachillerato español y el diploma estadounidense de High School. Sus alumnos de FP pueden realizar sus prácticas en un país europeo gracias a las becas de Erasmus+ de la Comisión Europea y del SEPIE (Servicio Español Para la Internacionalización de la Educación). El colegio Nobelis propone el proyecto Nobenglish. La idea es aumentar progresivamente la exposición al inglés de los estudiantes, comenzando desde los dos años de edad. Cuando llegan a primaria, además de la asignatura de Inglés, reciben la instrucción de la clase de Arte en inglés. Desde quinto de primaria y en secundaria, realizan diversas inmersiones lingüísticas en Reino Unido y en Irlanda, bien durante el curso escolar, bien en verano. El colegio Hélicon tiene un programa bicultural. Esta escuela está adscrita a un programa bilingüe, certificado por Eduqatia y la Universidad de San Diego, que se llama Bilingual Excellent School (BES). Cuentan con nueve auxiliares de conversación que apoyan el trabajo de los profesores de idiomas. De cara al curso 2019-2020, Hélicon quiere ofrecer el Bachillerato Dual con el que los alumnos podrán obtener la doble titulación, española y estadounidense.

Para aquellos adultos de Valdemoro que desean aprender inglés y otros idiomas extranjeros, recomendamos la oferta pública en la Escuela Oficial de Idiomas. Los mayores de 14 años pueden comenzar sus estudios de francés y de alemán y los mayores de 16 años pueden comenzar sus estudios de inglés. Los estudiantes pueden empezar desde un nivel cero (A2.1) o hacer una prueba de clasificación e iniciar sus estudios desde el nivel que demuestren en dicha prueba. Los estudios de la Escuela Oficial de Idiomas terminan en el nivel C2, que supone tener un dominio académico del idioma extranjero y que permite cursar estudios universitarios en dicho idioma. Los interesados en matricularse en la Escuela Oficial de Idiomas normalmente pueden formalizar la preinscripción durante los meses de mayo, junio, julio y septiembre. La Escuela Oficial de Idiomas ofrece viajes culturales a sus estudiantes (este curso académico, a Dublín y a Basilea). Además, propone una oferta cultural gratuita en los diversos idiomas para toda la comunidad educativa.

Mitos y leyendas sobre la educación bilingüe

«Saber o no saber inglés», «tener el aprendizaje del inglés como asignatura pendiente en nuestras vidas» o «llevar o no llevar a nuestros hijos a una escuela bilingüe» son temas de conversación bastante habituales en nuestras vidas. Es normal, por lo tanto, que haya una serie de mitos y leyendas que se oyen con frecuencia. Hablaremos de algunas de ellas:

  1. «Tengo un vecino que no ha ido a una escuela bilingüe y habla inglés mejor que los estudiantes que van a este tipo de centros escolares». ¿De qué se quieren convencer las personas que comparten este argumento? Déjenme llevarlo al terreno del deporte: a lo largo de los diez años que viví en los Estados Unidos, conocí a una persona que jugaba al baloncesto mejor que algunos jugadores de la NBA. ¿Es eso posible? Claro que sí. Sin embargo, no estamos hablando de excepciones. Estamos hablando de un grupo numeroso de estudiantes. De la misma forma que lo más fácil es encontrar a los mejores jugadores de baloncesto jugando en la NBA, será también mucho más fácil encontrar al mayor número de estudiantes con un nivel decente de inglés dentro de una escuela bilingüe. Estamos hablando de que hasta los alumnos con el nivel más bajo de inglés dentro de una escuela bilingüe, a lo largo de los cursos, habrán adquirido una serie de destrezas y conocimientos en el idioma extranjero que les permitirán defenderse mucho mejor que los alumnos con el nivel más bajo de inglés en una escuela que no sea bilingüe.
  2. «Estudiar Ciencias Naturales y Sociales en inglés supone sacrificar muchos contenidos curriculares». Una vez más, se trata de una leyenda urbana que, tristemente, se difunde en nuestra comunidad. Según la legislación vigente, los contenidos curriculares de todas las asignaturas son los mismos para las escuelas bilingües y para las escuelas no bilingües. Estudiar contenidos como los de Ciencias Naturales y Sociales en inglés solo nos reporta grandes beneficios. En primer lugar, si el maestro está bien preparado en la enseñanza de contenidos en inglés, se las ingeniará para enseñar todos los contenidos. Las metodologías utilizadas para la enseñanza del contenido en inglés suponen mayor repetición de los contenidos a través de estrategias diferentes para asegurarse de que todos los estudiantes los entienden. Cuando utilizas diferentes estrategias para enseñar un mismo contenido llegas a un mayor número de estudiantes, pues cada uno de nosotros aprendemos de formas distintas. Los estudiantes que estudian todas sus asignaturas en español se exponen a una monotonía lingüística que, en muchas ocasiones, supone que el estudiante desconecte más fácilmente de la clase. Un estudiante de un centro bilingüe va cambiando idioma dependiendo de la asignatura. Eso activa diferentes partes del cerebro que estimulan la atención ante los cambios de código. Ambos hemisferios del cerebro se mantienen en activo con más facilidad. El aprender unos contenidos en un idioma que no es nuestra lengua madre exige que el estudiante desarrolle mucho más su sentido de la deducción. Los estudiantes de las escuelas bilingües son mucho más imaginativos, pues su cerebro debe estar funcionando en todo momento de la clase. Un cerebro más deductivo y más imaginativo expuesto a comparar lo que sabe en su propio idioma con lo que recibe en el segundo idioma expande su pensamiento crítico de manera exponencial, algo fundamental para el desarrollo cognitivo que se produce, en su mayor parte, hasta los dieciséis años.
  3. «En las escuelas bilingües, los estudiantes aprenden vocabulario en inglés y luego son examinados en español para acceder a la universidad». Eso es cierto. Pero, volvamos al desarrollo cognitivo. Cuando ese desarrollo cognitivo llega a altos niveles durante el bachillerato, todos los estudiantes bilingües que estudiaron contenidos en inglés hacen las conexiones cerebrales necesarias y acaban sabiendo estos contenidos en ambos idiomas. Recordemos que el 70% del vocabulario inglés viene del latín. Gran parte del vocabulario científico es muy similar en muchos idiomas y tiene sus orígenes en el griego clásico y en el latín. Eso permite que los estudiantes hagan las conexiones y transferencias necesarias de una lengua a otra. En muchas ocasiones, en inglés se utiliza una palabra culta que tiene similitudes con otra palabra culta española que no utilizamos en nuestra vida diaria. Eso permite no solo que los estudiantes conozcan el vocabulario en ambos idiomas, sino que, además, su léxico en español es, por lo general, mucho más rico que el de los estudiantes no bilingües.

Las grandes ventajas del bilingüismo

España, una de las quince economías más importantes del mundo, tiene la necesidad de educar a ciudadanos competitivos que hablen dos o más idiomas para poder competir en un mercado laboral cada vez más internacionalizado. Como hemos indicado al comienzo de este artículo, la sociedad española en su totalidad (desde el gobierno hasta las familias) ha aceptado el reto que nos plantea el siglo XXI.

Pero ser bilingüe tiene muchas más ventajas que no podemos olvidar. A corto plazo, el estudio de las lenguas nos expone a culturas ajenas a las nuestras. Los estudiantes aprenden a apreciar las costumbres de otros pueblos y desarrollan mayor empatía hacia los demás. Esta apreciación de la geografía, historia y cultura de otras naciones aumenta cuando los estudiantes de estos programas bilingües deben viajar al extranjero desde muy jóvenes para mejorar el aprendizaje de la lengua extranjera. El CEIP Doña Leonor del Álamo organiza viajes frecuentes a Inglaterra; los estudiantes del IES Neil Armstrong tienen la oportunidad de viajar a Hastings, al sur de Londres. Nuestros jóvenes serán, así, gente de mundo. A más largo plazo, las personas bilingües son bien vistas y reconocidas socialmente. Y, a mayor plazo todavía, está demostrado científicamente que, en las personas propensas a sufrir alzhéimer, el bilingüismo retrasa sus síntomas hasta cinco años.

Retos de la educación bilingüe

España entera se ha volcado en la educación bilingüe. Eso no significa que el camino sea fácil. El mayor sacrificio lo deben hacer los padres y el personal docente de las escuelas. Por un lado, muchos padres que no saben inglés se ven impotentes a la hora de poder ayudar a sus hijos con los deberes de la escuela. Eso debería ayudar a replantearnos cuántas y qué tareas deberían mandarse para casa. Cuando algún estudiante se encuentra con graves dificultades de aprendizaje y está en una escuela bilingüe, los padres pueden sentirse también indefensos. En un municipio como Valdemoro, no es tan fácil cambiarse de centro una vez comenzados los estudios y, si a un estudiante le toca en una escuela bilingüe a la hora de la escolarización, deberá concienciarse de que ese es su camino. Sin embargo, en la práctica, pocos son los estudiantes de las escuelas bilingües valdemoreñas que solicitan cambiarse de escuela por la mera razón de que su centro sea bilingüe. Y, en estos momentos, tal vez por razones académicas, tal vez por cómo está distribuida la población en Valdemoro, la escuela primaria con más listas de espera es un centro público bilingüe.

Los maestros y profesores han sido otro de los sectores sociales que más sacrificio han debido hacer. Si quieren obtener el certificado bilingüe de la Comunidad de Madrid que permite conseguir una plaza para enseñar una materia en inglés deben profundizar en sus estudios de inglés mientras siguen trabajando y preparándose para enseñar sus clases. Muchos docentes más cercanos a la jubilación se encuentran ante una empresa realmente difícil y es ahí donde deben demostrar la eterna juventud del docente.

Este septiembre, los programas de Educación Bilingüe de la Comunidad de Madrid en Valdemoro cumplen quince años. Algunos de los estudiantes que comenzaron en estos programas a los seis años están ya en la universidad y los datos académicos que recibimos sobre ellos son muy positivos. Sin embargo, los programas no son perfectos y deberíamos aprender de su andadura. Deberíamos comenzar a escuchar a los equipos directivos, a los docentes, a los estudiantes y a los padres que han pasado por los programas, que ya están consolidados, para comenzar a mejorarlos. Se deberán crear mejores protocolos a la hora de ayudar a los estudiantes que se encuentran en escuelas bilingües y necesitan adaptaciones curriculares. Es hora también de que las escuelas públicas bilingües comiencen a divulgar los logros obtenidos sin complejos. Para garantizar la continuidad y la mejora de cualquier programa es muy importante que los que creemos en él lo defendamos públicamente. Propaguemos sus maravillas. La generación de nuestros hijos se desenvolverá en inglés infinitamente mejor que la nuestra. Si seguimos trabajando, no tendremos nada que envidiar de los holandeses, daneses o suecos, por poner algunos ejemplos.

Amigos

El conciliador vitalismo de E. A. “Tony” Mares

Cuenta Ernest Anthony «Tony» Mares (poeta, dramaturgo, traductor, historiador, periodista y escritor de ficción[1]) que la primera vez que se vio dentro de la biblioteca principal de la Universidad de Nuevo México se asustó. Le dio miedo ese silencio, esa quietud que le transmitía el lugar, y pensó para sí: «Tony, ¿estás seguro de que quieres dedicar tu vida a este mundo literario?» La pregunta no era baladí. Tony era y es una persona vitalista, con un amor por el mundo que nos rodea, por las conversaciones con los amigos, por la buena comida y el buen vino más propios de un goliardo medieval que de un ratón de biblioteca.

Lo cierto es que Mares acabó conciliando su pasión por la literatura y por la vida de forma admirable. Se graduó en Filología Hispánica por la Universidad de Nuevo México (1960), consiguió su Máster en Lengua y Literatura españolas por la Universidad del Estado de Florida (1962) y su doctorado en Historia de Europa por la Universidad de Nuevo México, también (1974). Consiguió una beca Rockefeller de viaje y estudios en 1973 y una beca Kellogg de colaboración en el Museo de Historia Natural de Chicago en 1984. Todo ello, sin renunciar al mundo. Sin renunciar a la vida. Su misma página web hace un guiño a esta cuestión llamándose «Tony’s Cantina[2]» (la cantina de Tony) y su columna de opinión política y literaria escrita en español durante los años 2000 y 2001 para el periódico Albuquerque Journal North, de Santa Fe se llamaba Pláticas Entre Los Trasnochadores/Conversations Among People Who Stay Up All Night[3]. Fue en las cantinas de Albuquerque donde se juntaba con el poeta español Ángel González para discutir y trabajar sobre las traducciones al inglés de sus poemas[4].

Completamente bilingüe en español y en inglés, Mares forma parte de esa última generación de nuevomexicanos que fueron criados en ambos idiomas y que, de una forma u otra han tenido que conciliar los dos mundos que llevan dentro durante toda su vida. Nacido el 17 de mayo de 1938 en Albuquerque (Nuevo México), Tony se crió en la misma Plaza Vieja de la ciudad, cerquita de la catedral, y, desde su nacimiento, vivió estrechamente ligado al mundo tradicional hispano del estado y al mundo moderno anglófilo que acabaría imponiéndose ligeramente sobre el primero a finales de la Segunda Guerra Mundial. Así habla Mares de sus padres:

Mi padre fue maquinista y mi madre secretaria de un sindicato laboral. Eran buena gente y liberales en la política. Él era libre pensador, ella muy católica. Los dos inteligentes y vivieron bastante bien dentro de sus muy limitados recursos financieros. Es decir, nunca tuvieron dinero pero sí mucho corazón.[5]

La riqueza literaria de Nuevo México durante el siglo XX y XXI se basa en cinco pilares fundamentales: La vertiente literaria tradicional de Nuevo México, la presencia literaria española en el estado, la cercanía literaria de México, la enorme influencia de la literatura anglosajona moderna y la revolución reivindicativa chicana que estalla en los años sesenta y llega hasta nuestros días. Gracias a sus conexiones personales y a su habilidad literaria,  Mares se apoya en los cinco pilares para configurar su obra, de forma, una vez más conciliadora.

La vertiente literaria tradicional de Nuevo México, por ejemplo, tenía sus raíces en un mundo rural, en un mundo en el que la familia, la tierra y la defensa de una identidad unida a esa familia y a esa tierra eran una constante temática. Los elementos más importantes del paisaje nuevomexicanos se vuelven iconos que hay que proteger como hay que defender la lengua y la cultura del pueblo. Sabine Ulibarrí es uno de los máximos representantes de esa tradición y trabajó en la Universidad de Nuevo México al mismo tiempo que Tony Mares. Dentro de esa tradición, no podemos olvidar a aquellos escritores y académicos que se han dedicado a recuperar el folklore nuevomexicano. El profesor Enrique Lamadrid, también de UNM ha sido también compañero de Mares y el escritor Nasario García, gran recopilador del folklore del valle del río Puerco y poeta también, pidió a Tony Mares que escribiera la introducción a su primer libro de poemas, Tiempos Lejanos[6].

La presencia literaria española en el estado siempre ha estado allí. Escritores académicos escribían sus tesis sobre autores españoles. Ulibarrí, por ejemplo, escribió su tesina sobre Benito Pérez Galdós y su tesis sobre Juan Ramón Jiménez. Esta presencia española se vio fortalecida gracias a la contratación de autores españoles en la Universidad de Nuevo México. Primero fue el exiliado Ramón J. Sender[7], del cual Tony Mares fue alumno. Luego llegó Ángel González[8], con el que coincidió trabajando en la universidad y con el que llegó a visitar España durante los últimos meses del régimen de Franco.

La cercanía literaria de México es evidente. Ambas tradiciones comparten mitos y geografía. Mares conoce bien la poesía mexicana y, durante la segunda mitad de los años ochenta, colaboró con el profesor Enrique Lamadrid en dos publicaciones de poemas mexicanos traducidos al inglés.[9]

La enorme influencia de la literatura anglosajona moderna en la literatura nuevomexicana comienza en los métodos, medios y vías de publicación y distribución de la literatura y continúa, debido al tema de la distribución, con la mayor concesión posible: la publicación de los textos en inglés. Para Mares esto no es un problema. Acepta las leyes del mercado sin complejos y sus tres libros monográficos de poesía son fundamentalmente en inglés. No abandona ni rechaza el español. Como casi todo en su vida diaria, entiende que en unas situaciones es mejor usar el inglés, en otras el español y en otras una mezcla de los dos. Tony Mares, además, tiene a uno de sus mayores contactos literarios en su propia casa: Está casado con la escritora nacida en Lewistown Pennsylvania, Carolyn Meyer, con quien vive en su Albuquerque natal.

Por último, tenemos la revolución reivindicativa chicana. Mares no es un radical pero hay que entender que le tocó vivir esta revolución en su juventud y comparte con ella muchos aspectos de solidaridad social con la clase trabajadora y con el mundo hispano. Este movimiento vio en la tradición literaria nuevomexicana una lucha continuada contra la ocupación estadounidense desde 1848. Los nuevomexicanos se habían ocupado de mantener la antorcha de la hispanidad viva en los Estados Unidos durante más de un siglo. Literariamente, esta rebeldía se reflejaba con el uso de lo que Rudolfo Anaya considera un cambio de código:

Algunos escritores usan una técnica llamada code-switching (cambio de código), un acercamiento bilingüe al cuento. La historia está escrita básicamente en inglés pero, en momentos apropiados, se intercalan expresiones en español. Esta técnica recuerda al lector que el mundo del chicano es bilingüe, cambiando del inglés al español constantemente. He oído que algunos lectores se quejan de que la presencia del bilingüismo en las historias interfiere en la comprensión de la historia; yo creo que esta técnica supone un uso creativo de la lengua que da brillo a la historia.[10]

Es una casualidad que le da un toque incluso más literario a Tony Mares pero Rudolfo Anaya, el autor nuevomexicano más consagrado del siglo XX y XXI, eligió para el protagonista de su obra maestra, Bless Me, Ultima[11], el nombre de Antonio Mares, al que Anaya describe como si estuviera describiendo al propio Tony Mares:

Es un Mares – gritaban los vaqueros -. Sus antepasados fueron conquistadores, hombres tan inquietos como los océanos en que navegaron y tan libres como la tierra que conquistaron.[12]

Tras publicar un chapbook (cuadernillo, panfleto o folletín) de poemas en 1980[13] y el texto para un libro de fotografías en 1983[14], Mares se sumergió en un estudio profundo de la figura del padre Antonio José Martínez de Taos, una figura clave para la historia de Nuevo México y del Suroeste de los Estados Unidos.[15] Sus estudios le llevaron a la publicación de dos textos sobre Martínez[16] y a la realización de una obra teatral itinerante con un solo actor, el propio Tony Mares. Todo esto le sirvió, además, para formar parte de un magnífico libro reciente de historia de Nuevo México, coordinado por el profesor Richard Etulain[17], donde Mares contribuye con su visión del padre Martínez.

A finales de los años 80, publica una de sus obras teatrales en una recopilación de David Richard Jones.[18] Mares no dejaba de explorar caminos literarios a la vez que los combinaba con su vida académica. Tal vez por su gran amor a la belleza y a las alegrías de la vida, Tony comenzó a trabar amistad con el poeta laureado español Ángel González, profesor, también, en la Universidad de Nuevo México. El inglés hablado de Ángel no era lo suficientemente bueno y Tony acababa convirtiéndose en su intérprete durante sus recitales de poesía[19]. González leía sus poemas y Tony improvisaba una traducción al inglés para que el público angloparlante asistente entendiera también el mensaje. De ahí, nacería la colaboración de ambos autores que culminaría en un cuadernillo de poemas de Ángel traducidos por Mares[20] y un libro traducido al inglés de Mares con una recopilación de poemas de Ángel González relacionados con la música[21].

A pesar de que Mares se mueve cómodamente en todos los géneros (ensayo, cuento corto, teatro y verso) es la poesía de Tony Mares la que ocupa una parte más importante de su producción en solitario. La poesía de Mares anda repartida por numerosas recopilaciones y revistas de poesía. Tony Mares, además, forma parte del consejo editorial de la revista poética Malpaís Review[22]. Sin embargo, el grueso de su producción poética puede encontrarse en tres volúmenes monográficos. Publicó The Unicorn Poem & Flowers and Songs of Sorrow[23] en 1992, With the Eyes of a Raptor[24]en 2004 y Astonishing Light: Conversations I Never Had With Patrociño Barela[25] en 2010.

No obstante, hasta en el tema lingüístico busca Mares una conciliación personal. Es profesor emérito de Lengua Inglesa por la Universidad de Nuevo México pero, además, colabora eventualmente dando cursos monográficos en español de Literatura del Suroeste de los Estados Unidos para el Instituto Cervantes en Albuquerque. Ha publicado mayoritariamente en inglés pero su libro de poesías With the Eyes of a Raptor contiene hasta cinco poemas en español y su libro Astonishing Light: Conversations I Never Had With Patrociño Barela está escrito siguiendo las pautas que describía Rudolfo Anaya en su explicación sobre el Code-switching (Cambio de código), con numerosas oraciones en español dentro de los poemas en inglés. Por último, su entrada como miembro colaborador de la ANLE (Academia Norteamericana de la Lengua Española) le permitirá encontrar más avenidas para publicar en español.

[1] Así aparece en la contraportada de su libro reciente: Mares, Ernest Anthony “Tony” (2010), Astonishing Light. Conversations I Never Had With Patrociño Barela, Albuquerque, University of New Mexico Press.

[2] Véase la página web del autor en http://www.tonyscantina.com/index.htm. Acceso el 5 de febrero de 2013.

[3] Esta elección de títulos son un buen ejemplo de la sutileza del sentido del humor de Tony Mares.

[4] Martín Pescador, Fernando (2012), «Ángel González en Albuquerque,» en la sección de Artes & Letras de Heraldo de Aragón, 20 de septiembre del 2012, p. 5.

[5] Entrevista vía correo electrónico con el autor, del 5 de febrero de 2013.

[6] García, Nasario (2004), Tiempos lejanos: Poetic Images from the Past.  Albuquerque: University of New Mexico Press.

[7] Martín Pescador, Fernando (2012), «Ramón Sender en Albuquerque,» en la sección de Artes & Letras de Heraldo de Aragón, 15 de marzo del 2012, pp. 6-7.

[8] Martín Pescador, Fernando (2012), «Ángel González en Albuquerque,» en la sección de Artes & Letras de Heraldo de Aragón, 20 de septiembre del 2012, pp. 4-5.

[9] Lamadrid, Enrique, Del Valle, Mario, (eds.), Mares, E. A. (co-translator) (1986) Un Ojo en el Muro/An Eye through the Wall: Mexican Poetry 1970—1985.  Santa Fe: Tooth of Time Press y Lamadrid, Enrique (ed. and co-translator), Mares, E. A. (co-translator) (1988) En Breve: Minimalism in Mexican Poetry 1900 – 1985.  Santa Fe: Tooth of Time Press.

[10] Anaya, Rudolfo (2009), The Essays, Norman: University of Oklahoma Press, p. 29. El título del ensayo es «Foreword to growing up Chicano» y fue publicado originalmente como prefacio al libro: Tiffany Ana López, Growing up Chicana/o: An Anthology. New York: W. Morrow, 1993, pp. 5-10.

Texto original:

Some writers use a technique called code-switching, a bilingual approach to the story. The story is largely written in English, but at appropriate times Spanish is used. This technique reminds the reader the world of the Chicano is bilingual, shifting back and forth between Spanish and English. I have heard some readers complain that the bilingual use of language in stories interferes with the reading of the story; I suggest this technique is a creative use of language that enhances the stories.

[11] Anaya, Rudolfo (1994) [1972], Bless me, Ultima. New York, Grand Central Publishing.

[12] Anaya, Rudolfo (1992), Bendíceme, Última. New York, Warner Books, p. 6.

[13] Mares, E. A. (1980), The Unicorn Poem, chapbook.  Los Cerrillos, New Mexico, San Marcos Press.

Publicaría otro librito de poemas de similares características en 1994:

Mares, E. A. (1994) There Are Four Wounds, Miguel, chapbook.  Denton: University of North Texas Press.

[14] Mares, E. A. (text) and Alex Traube (photographs) (1983), Las Vegas, New Mexico: A Portrait.  Albuquerque: University of New Mexico Press.

[15] Entre otras cosas, Antonio José Martínez introdujo de forma extensiva la imprenta en el estado de Nuevo México

[16] Mares, E. A. (ed.) (1988), Padre Martínez: New Perspectives from Taos. Taos: The Millicent Rogers Museum y Mares, E. A. (1989),   I Returned and Saw Under the Sun: Padre Martínez of Taos.  Albuquerque: University of New Mexico Press.

[17] Mares, E. A. (2002), “Padre Martínez and Mexican New Mexico,” en Richard Etulain (ed.) (2002) New Mexican Lives, Albuquerque: University of New Mexico Press.

[18] Mares, E. A. (1989), «Lola’s Last Dance,» en David Richard Jones (ed.), Six New Mexico Plays, Albuquerque:  University of New Mexico Press.

[19] Martín Pescador, Fernando (2012), «Ángel González en Albuquerque,» en la sección de Artes & Letras de Heraldo de Aragón, 20 de septiembre del 2012, p. 5.

[20] González, Ángel (2006), Dawn Tango/Tango de Madrugada,  San Antonio: Wings Press. Traducción de E.A. Mares.

[21] González, Ángel (2007), Casi Toda La Música/Almost All the Music,  San Antonio: Wings Press. Traducción de E.A. Mares.

[22] Malpaís Review, vol. 2, No. 3, Winter 2011-2012, Malpaís Review, Placitas, Nuevo México, p. 3.

[23] Mares, Ernest Anthony «Tony» (1992), The Unicorn Poem and Flowers & Songs of Sorrow.  Albuquerque: West End Press.

[24] Mares, Ernest Anthony «Tony» (2004), With the Eyes of a Raptor, San Antonio, Texas: Wings Press.

[25] Mares, Ernest Anthony «Tony» (2010), Astonishing Light. Conversations I Never Had With Patrociño Barela, Albuquerque: University of New Mexico Press.