Los Soprano – Ópera por cable (segunda parte) (De la colección Espectador en serie)
Si Los Soprano fueran una película, encontraríamos, con toda seguridad, una trepidante persecución de coches, espectaculares tiroteos y varias escenas “montaña rusa”. Pero Los Soprano son una serie de televisión y, a pesar de estar producidos por la cadena HBO, una serie de televisión no se puede permitir ese tipo de escenas en cada episodio. Ni siquiera se lo pueden permitir en un episodio, porque eso puede suponer que no haya presupuesto para toda la temporada.
Aunque estamos hablando de mucho dinero en ambos casos, una producción televisiva no es tan costosa como una producción cinematográfica. Eso significa que hay que recortar gastos. Y una de las mejores formas de hacerlo es usando el ingenio, utilizando todo tu talento y sustituyendo todos esos elementos espectaculares del cine con tramas más apasionantes y con diálogos más sabrosos. Esa es la única manera en la que la televisión puede competir con el cine hoy en día.
Y en muchos sentidos, la televisión está ganando la partida con las teleseries. Siempre se han creado más teleseries a partir de una película de éxito que viceversa. Ahora la tendencia ha cambiado. No paran de producirse películas a partir de teleseries, tanto antiguas como modernas. Las teleseries están viviendo una edad de oro gracias a su apuesta por el talento. Ahora, más que nunca, las teleseries son un criadero de grandes guionistas, de directores que saben lo que es ajustarse a un presupuesto y de actores con espíritu de sacrificio.
A pesar del poco prestigio del que goza en la actualidad, la televisión sigue siendo el medio de comunicación más popular. Y, a pesar de que la programación carece, por lo general, de calidad, nos encontramos con unas cuantas teleseries que están compitiendo con el cine en su propio terreno. La teleserie, como obra de arte, tiene una ventaja con respecto a una película. Tiene una ventaja con respecto a una obra de arte en general. Gracias a que es producida en episodios y en temporadas, la teleserie tiene la capacidad de de evolucionar. De mejorar. Tiene la capacidad de entablar un diálogo con el público, de estar al día, de saciar sus demandas y contentar sus caprichos. Una teleserie puede cambiar el rumbo de su línea argumental si tiene la sensación de que se aleja del interés general.
Hay veces que ese diálogo con su entorno se produce no para complacer al público sino para sorprenderlo. O, como hizo Seinfled en su último episodio, puede utilizarse para contestar a la crítica (Salvando las distancias, Cervantes hizo algo similar con su segunda parte del Quijote). En el caso de South Park, como la animación es sencilla y apenas hay actores, ese contacto con la actualidad puede ser sorprendente. Como es un personaje recurrente en la serie, mencionaron el arresto de Saddam Hussein en un episodio, tres días después de ser arrestado por las tropas americanas.
Las teleseries ya no sólo aparecen en nuestras conversaciones diarias. Se han convertido en una referencia para otras obras de arte. Son mencionadas con frecuencia en el cine y en la literatura. E internet nos ha facilitado las cosas enormemente. Hasta hace poco, si queríamos citar una teleserie, debíamos hacerlo prácticamente de memoria. La bibliografía era escasa y era difícil recordar las fechas de producción y de emisión. En la actualidad, las teleseries tienen una entrada en la mayoría de las enciclopedias de la red y es mucho más fácil referirnos a un episodio o a una temporada en particular.
Los Soprano son una de estas series que superan al cine y se convierten en referencia para obras posteriores. La acción es más implícita que explícita y la trama se desarrolla a través del diálogo. El diálogo que se produce entre Tony Soprano y su psicóloga. El diálogo entre Tony Soprano y sus socios en el club. El diálogo de Tony Soprano con Carmela, su mujer, mientras éste se calienta unos fettuccini en el microondas. Los monólogos son también parte importante de la serie. Casi todos los personajes pueden contar sus historias, tomándose su tiempo, ofreciendo unos minutos de televisión de calidad. Por último, son importantes los silencios. Esos silencios en los que Tony Soprano ve la televisión e intenta identificarse con los héroes (casi todo vaqueros) de su infancia. O esos silencios al final de cada episodio completados con la canción más adecuada para la escena.
Un largometraje está lleno de planos generales, de paisajes para disfrutar en la gran pantalla. Una teleserie se basa en planos cortos, en primeros planos de los personajes. Una película de noventa minutos en la que hay que insertar un abundante número de explosiones, persecuciones y peleas no nos lo permiten. Pero la televisión sí. La televisión nos permite que, a través de los primeros planos, nos acerquemos más a los protagonistas, que los personajes de la serie evolucionen, que sean contradictorios, que no lo tengan claro a la hora de afrontar una serie de dificultades. Los protagonistas de Los Soprano nos regalan todos esos matices, todas esas sombras, todas esas complejidades. Y se toman su tiempo para ello porque saben enganchar a su público con talento.
Los efectos especiales se han abaratado mucho gracias a las nuevas tecnologías. Sin embargo, las series televisivas siguen utilizando los trucos baratos que se usaban en Star Trek en los sesenta. Dentro de los aspectos formales, las técnicas de moda también suponen una reducción de costes. Se lleva la escena desenfocada, el plano fuera de cuadro, los movimientos con cámara en mano. Todos esos efectos nos dan una sensación de realismo que no tenían las series antiguas. Lejos quedan los planos teatrales de la arriba citada Star Trek.
Donde no se alejan del teatro, es en las técnicas de narración y en la forma de relacionarse los personajes. Ahí, Los Soprano se acercan, más que nadie a Shakespeare. Los diálogos, como hemos dicho, sustituyen a la acción y las relaciones entre los personajes no dejan de ser similares a las luchas de poder que encontramos en las mejores tragedias del dramaturgo inglés.